PlumayDesvaríos

Revolución Urbana

14:04

Mínima saga de relatos capitalinos

Autor: Rodrigo Minero Ruiz |

¿Santiago?

Invierno en Santiago. Llueve a cántaros. Abro la cortina y observo que las calles se presentan sólo como si una débil llovizna las hubiera rociado. El tránsito está expedito… ¿Smog? Para nada. Las personas salen de sus casas para llegar con esa habitual puntualidad a sus lugares de trabajo y estudio, sin miedo a eso llamado... ¿Robo? Sí, robo. La locomoción ofrece ejemplar trato a sus usuarios, que felices cancelan su pasaje a los amabilísimos choferes.
¡Una ciudad ejemplar! Miro su extensión interminable de áreas verdes...

¡Despierta hijo! ¡Ayuda a tu taita a sacar el agua, que nos estamos inundando!
“Dis-puta” existencial

Rosita de día, Betty de noche... madre de familia de día, una cualquiera de noche.
Es lo que debo hacer para mantener a mi esposo cesante y a mis dos hijos. Mi marido lo ignora, por ello les pido el máximo de discreción, pues ahora supuestamente estoy cuidando a un abuelito enfermo, ¿bueno?
Este trabajo me deshonra, me obliga a abandonar a mi esposo, al que amo mucho, para poder mantener mi casa en pie.
Ahora espero al último cliente, pero no quito de mi mente la imagen de mi Carlos.

¡Adelante!...

¡¿Carlos?!, ¡¿Amor?!, ¡¿Tú?!

¡¿Qué belleza?!

Una fría mañana partía a clases, cuando vi a un tipo muy sospechoso que miraba de manera perversa a una hermosa escolar a la que yo ya tenía vista desde hace tiempo.
No era mía ni la conocía, pero igual sentí celos, ese “chanta”, que sin duda era un charlatán, no me la podía ganar.
Observé que se le acercó y no dudé en hacer lo mismo, pero la sorpresa para ambos fue enorme cuando alguien se aproximó a la belleza:
-“Hola amor”- dijo la persona -, “¿están molestándola?”
-“No amorcito, tranquilita”

...Nada que hacer...

Furtivo idilio de estación

Subes, tu apariencia me traslada al cálido Ecuador, eres bellísima, me miras vagamente sensual, casi con erotismo y me siento tras Las Rejas, preso de amor. Ahora, inexplicablemente me besas y me haces ver Pajaritos, me sacas de este mundo, me trasladas a otro planeta, tal vez a Neptuno… Me enloqueces, sigues elevándome, entregándome sensaciones sublimes… Ahora me siento en el Paraíso, acompañado por ángeles, por San Pablo y toda la celestial gloria de tu cuerpo, esto parece no acabar, nos seguimos amando sin tregua… Pero una voz desgraciada nos interrumpe y sentencia nuestro final: “Estación terminal, por favor descender…”

Subscribe